Como post de bienvenida a este nuevo blog quiero compartir con ustedes un poema de Héctor Gagliardi autor que leía con mi viejo, quien, además de trasmitirme el amor por la lectura, el tango y la vida… me trasmitió su amor por la cocina y la buena comida.
AlmacénParado contra la esquina,
en posición de descanso;
en la vidriera hay garbanzos,
arroz y azúcar molida.
Un cartel que le dio vida,
donde la lluvia al caer
sólo nos dejaba leer:
“MACEN Y CHO DE BEBIDAS”
Una cortina a la entrada,
a rayas en vertical;
varios paquetes de sal,
las conservas alineadas,
y en la fiambrera, encerradas,
las moscas, por darle brillo,
desfilan sobre el membrillo
en escuadrillas formadas...
Un teléfono al rincón
con el cartel “SEA BREVE”
para la piba que llegue:
-“¿Me deja hablar Don Ramón?”-
se mande la gran función
del amor de los amores...
y coma los orejones
que asoman de algún cajón,...!
El sol en su retirada
va arrastrando de “oro bajo”
y deja un dorado tajo
en las mesas estropeadas;
la canilla mal cerrada,
al salpicar el estaño,
parece llorar los años
con lagrimitas plateadas...
¡Almacén que entra en calor
cuando la noche atropella!
Se estremecen las botellas
cuando al truco, en lo mejor,
llega cruzada una flor...
mientras la piba vecina
entra comprando sal fina...
para espiarlo a su amor...
Cuando el ultimo se ha ido
y entra el sueño a gambetear,
corre el mozo a colocar
la pestaña de un postigo...
Lo va acunando el latido
de algún reloj de pared
-propaganda de un fernet...-
hasta dejarlo dormido.
¡Almacén pobre tribuna
de los cinzanos con bitter!
Perdoname que te invite
a un “cabrero” con la luna...
¡Yo que tuve la fortuna
de conocerte en el barrio,
te regalo este rosario
de carozos de aceituna!..
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